Las familias no son “piezas de museo”, resaltó el Papa Francisco, sino que en realidad son un tesoro precioso por el que todos debemos tener gran estima.
El Santo Padre hizo esta valoración durante la audiencia que concedió, en el Vaticano, a los participantes en el encuentro promovido por la Federación Europea de las Asociaciones Familiares Católicas.
El Pontífice aseguró que la familia es “un tesoro precioso”. En este sentido, afirmó que “la imagen del ‘tesoro’ es una imagen que refleja muy bien la estima que todos debemos tener por la familia”.
“En efecto, las familias no son piezas de museo, sino que por medio de ellas se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la apertura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad”.
El Papa destacó que la familia es “la célula fundamental de la sociedad”. Explicó que “en Amoris laetitia quise poner en evidencia cómo a partir de la familia podemos concretar la capacidad de entregarse a los demás por medio de la belleza y de la alegría del amor recíproco”.
Por ello, pidió un mayor peso de la familia en la sociedad y que su voz sea escuchada. “No hay mejor aliado para el progreso integral de la sociedad que favorecer la presencia de la familia en el contexto social”.
“De hecho, se sigue admitiendo que la familia es la base de la sociedad y que continúa siendo la estructura más adecuada para asegurar a las personas el bien integral necesario para su desarrollo permanente”.
El Obispo de Roma puso en valor los beneficios que, tanto para la persona como para el conjunto de la sociedad, tiene la unidad de la familia: “Quiero evidenciar cómo la unidad de todos los miembros de la familia y el compromiso solidario de toda la sociedad hacia ella, son aliados del bien común y de la paz”.
“La familia es la relación interpersonal por excelencia en cuanto que es una comunión de personas”, subrayó. “Conyugalidad, paternidad, maternidad, filiación, fraternidad hacen posible que la persona sea introducida en la familia humana”.
“El modo de vivir estas relaciones –continuó– se dicta en comunión, motor de la verdadera humanización y de la evangelización. Por ello, hoy más que nunca, resulta necesaria la cultura del encuentro, en la cual se revaloriza la unidad en la diferencia, la reciprocidad, la solidaridad entre generaciones. Este ‘capital familiar’ está llamado a impregnar las relaciones económicas, sociales y políticas del continente europeo”.
La familia no es ninguna isla
La familia no puede quedarse aislada, advirtió Francisco, “necesita salir de sí misma, necesita dialogar y encontrarse con los otros para dar vida a una unidad que no sea uniformidad, y que genere el progreso y el bien común”.
También recordó lo mucho que las familias deben a los que les precedieron, a los antepasados, que “son la memoria permanente que nos debe motivar a poner la sabiduría del corazón, y no solo la técnica, en la creación de iniciativas sobre la familia y para la familia. Ellos son la memoria, y las nuevas generaciones son la responsabilidad que tenemos ante nosotros”.
“El servicio a la sacralidad de la vida se concreta en la alianza entre generaciones; se concreta en el servicio a todos, especialmente a los más necesitados, a las personas con discapacidades, a los huérfanos”.
Se concreta, también, “en la solidaridad con los migrantes; en el paciente arte de educar que ve a cada joven como un sujeto digno de todo el amor familiar; en el derecho a la vida del nasciturus que todavía no tiene voz; y en condiciones de vida dignas para los ancianos”.
El Santo Padre también animó a “desarrollar con creatividad nuevos métodos y estrategias con el fin de que la familia pueda ejercitar, tanto en el ámbito eclesial como en el civil, la triple misión de sostenimiento de las nuevas generaciones, de acompañamiento en el camino, tantas veces accidentado, de la vida, y de la guía que muestran las referencias de los valores y del significado en el camino de cada día”.
Por último, el Papa analizó la situación de crisis social por la que atraviesa Europa. “En la actualidad, Europa está afrontando crisis de muy diversa índole, incluyendo la situación familiar. Pero las crisis son motivaciones para trabajar mejor con fe y esperanza”.
“En especial, Europa atraviesa en este momento por cuatro crisis: la demográfica, la migratoria, la laboral y la educativa”.
“Estas crisis podrían encontrar horizontes positivos en la misma cultura del encuentro, donde diferentes actores sociales, económicos y políticos se unen para designar políticas en favor de la familia”, subrayó.