Ante el aumento de llamadas en Navidad, el SARCU de Madrid busca caras nuevas. Este recurso, pensado en sus orígenes para administrar la Unción de Enfermos, pide manos a las parroquias para arropar a sus usuarios y así implicar también a los laicos

«Animamos a los laicos a que acompañen a los sacerdotes que participan en el SARCU para que, cuando se administre la Unción de Enfermos, la Iglesia al completo esté presente», explica Pablo Genovés, responsable del Servicio de Asistencia Religiosa Católica Urgente. Inaugurado en la archidiócesis de Madrid en 2017, este recurso recibe llamadas por la noche y envía curas a dar la Extrema Unción pero, tras el aumento de llamadas en Navidad, busca estrategias para implicar a los laicos.

«El SARCU no puede ser solo una cosa de curas», reivindica Genovés. Por ese motivo, invita a los fieles a participar en lo que él llama «el día después». «Es un protocolo no muy estricto, basado más en ideas prácticas. Cada noche, el cura que ha atendido las llamadas elabora un pequeño informe y a partir de ahí hacemos propuestas», explica. Algunas son muy sencillas, como arropar a la familia del difunto en su parroquia de referencia. Otras, en cambio, requieren algo más de tacto. Especialmente aquellas que atienden a las personas que acuden al servicio para, en vez de pedir la Extrema Unción, encontrar un último motivo para aferrarse a la vida y no suicidarse.

En tales casos, tras recibir la visita de un cura que los tranquilice, el cuidado de estas personas recae en su parroquia de referencia. «Se van a poner en manos de profesionales y venir periódicamente a la iglesia», explica Genovés, quien desea que, antes de llegar a un desenlace final, «la gente viniera a nuestros despachos parroquiales a pedir ayuda». Habla desde su experiencia, pues en estas fechas tiene programada la visita a una de las primeras personas a las que atendió. «Le da apuro ir a la parroquia y en Navidad voy a su casa a comer turrón», cuenta el sacerdote.

Aunque cada semana el SARCU suele administrar el sacramento de la Unción de Enfermos una media de dos ocasiones, «en la mayoría de llamadas atendemos casos de soledad, angustia y desequilibrios psicológicos», advierte Pablo Genovés. «Cuando alguien te llama y dice que está pensando en quitarse la vida, inmediatamente empiezas a llamar al 112 con la otra mano», añade.

Fruto de este contacto continuo con los servicios de Emergencias, el SARCU organiza cursos de formación para sus sacerdotes, centrados en la prevención del suicidio. En el último de ellos, celebrado en 2019, estuvieron presentes el entonces concejal de Emergencia y Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, los máximos responsables del SAMUR y sus servicios psicológicos, «y dos sacerdotes que ejercen como psicólogos profesionales», recuerda Bienvenido Nieto, diácono permanente también responsable del SARCU.

Gracias a esta colaboración, las instituciones madrileñas han reconocido el SARCU como un servicio público.  En consecuencia, los vehículos de los sacerdotes y seglares que participan en él cuentan con un distintivo para que, en caso de emergencia, puedan saltarse un límite de velocidad o entrar por una calle en sentido contrario. «La experiencia de los profesionales del SAMUR nos ha abierto un abanico de posibilidades sobre cómo abordar el suicidio», concluye Nieto.

Rodrigo Moreno Quicios