Unos trabajadores griegos e investigadores israelíes quizás hayan descubierto un antiguo altar en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Y lleva “oculto a plena vista” durante siglos.

“Apoyada contra un muro en un rincón oscuro [de la Iglesia] del Santo Sepulcro de Jerusalén, la gran roca desnuda invitaba a los turistas y peregrinos que pasaban a garabatear en ella”, decía la revista Smithsonian, señalando que la pieza era conocida entre los turistas como la “piedra de los grafitis”.

Victorgrigas | CC BY-SA 3.0

El altar habría continuado pasando desapercibido de no ser por las obras de los recientes años para apuntalar el Edículo (también escrito aedicule, en latín), la “iglesia dentro de una iglesia” que protege el lugar del enterramiento de Jesucristo.

Un equipo griego de ingenieros y arquitectos restauró hace poco el Edículo, que durante mucho tiempo ha estado en peligro de desplome. En el transcurso de las obras, el equipo de construcción usó una grúa para levantar un bloque de dos toneladas, conocido como “piedra de los grafitis” debido a la inclinación de los visitantes a dejar su firma en ella, para ponerla en una estructura de acero, girándola en el proceso, pero relegándola a otro rincón oscuro.

Amit Re’em, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, que estaba supervisando la restauración, se percató de unos intrincados círculos grabados en la caliza “con trazos de mármol y de la valorada piedra roja llamada pórfido”. No eran grafitis de turistas. Re’em, especializado en arqueología medieval, se apresuró a una biblioteca de Jerusalén para buscar indicios de otras piedras con decoraciones similares.

Junto con el historiador Ilya Berkovich en la Universidad Ludwig Maximillian de Múnich, Re’em “rastreó el patrón geométrico del diseño de la piedra hasta un estilo popular en la Roma del siglo XII”, según informa la revista. “El uso de cuatro círculos en torno a un círculo central, todo espléndidamente taraceado, era el diseño distintivo de la familia Cosmati, artesanos romanos que trabajaban para el Papa”.

El diseño en la piedra “simbolizaba el poder, tanto temporal como espiritual, que el Papado alcanzó durante el siglo XII”, escribe la historiadora del arte y arquitecta en Nueva York Paloma Pajares-Ayuela en su libro, único en su clase, sobre este estilo. El hecho indica que la piedra habría sido grabada y taraceada cuando los cruzados reconstruyeron la iglesia.

“Creo que esta exquisita pieza de arte podría evidenciar el patronazgo artístico papal en la iglesia”, afirma Re’em. “Es prueba de que el arte cruzado estaba altamente desarrollado” y refleja la influencia directa de Roma en el lejano santuario de Jerusalén. Los artesanos papales quizás habrían estado directamente involucrados en la obra, según insinuó Re’em.

Re’em cree que el altar se usó para la misa hasta un incendio en la iglesia en 1808. Luego, fue enterrado bajo un suelo nuevo. Los arqueólogos griegos en 1969 empezaron a excavar en la nave y debajo del altar principal al este del Edículo. Los resultados de aquella obra nunca se hicieron públicos, pero un sacerdote católico se percató de que el equipo griego encontró entonces restos de la era de las Cruzadas. “Algunos estaban cubiertos, pero otros, incluyendo el panel rectangular examinado por Re’em, fueron extraídos para que los investigadores pudieran acceder a materiales de la anterior etapa bizantina”, recoge la revista Smithsonian.

Si, en efecto, la piedra resulta ser algo que instalaron los cruzados, será un recordatorio para las diversas comunidades que llaman hogar a la iglesia de la a veces triste historia de división que ha marcado el más sagrado lugar de la cristiandad. Los cruzados intentaban reclamar las tierras que habían sido tomadas por los invasores musulmanes, pero también consideraron hereje al clero griego local (el Gran Cisma había ocurrido solo unas décadas antes), por lo que expulsaron a los sacerdotes ortodoxos de la iglesia del Santo Sepulcro. Smithsonian recuerda a los lectores que ortodoxos griegos, católicos romanos, armenios, coptos y sirianos “guardan celosamente sus territorios respectivos dentro del Santo Sepulcro”, según un decreto emitido en 1853 bajo los entonces gobernantes romanos, un documento conocido como Status Quo, que “relegaba a los etíopes al tejado”.

“No son raros los altercados entre el clero de las diferentes sectas y hay registros de derramamientos de sangre ocasionales”, señala la citada revista. Irónicamente quizás, dos familias musulmanas “guardan las llaves de las grandes puertas para garantizar el acceso de todo el mundo”.

Sin embargo, este año, ahora que el Edículo se ha reabierto formalmente, se confía que la restauración ecuménica del proyecto ayude a las Iglesias a ir más allá del status quo del pasado milenio.