Los jóvenes están este año en el centro de la vida de la Iglesia. Así lo ha querido el Papa Francisco al convocar un sínodo de obispos sobre esta cuestión; también, en nuestro país, las diócesis, movimientos y congregaciones religiosas que han acogido la invitación del Papa y llevan tiempo preparándose; y los propios jóvenes que están reclamando más protagonismo, pero sobre todo que se les escuche y se les comprenda.

La escucha pronto se puso en marcha con las encuestas y el trabajo en grupo realizado en el último año y ahora sigue a otro nivel con una iniciativa novedosa, Iglesia en Diálogo, que busca encontrarse con los jóvenes, escuchar sus propuestas y dialogar con ellos, especialmente con los que se han alejado de la fe. Desde el 5 y hasta el 11 de febrero se están produciendo encuentros por toda la geografía española, aunque algunas reuniones se extenderán más allá de estas fechas.

Al cierre de esta edición ya se habían celebrado las primeras en Orgiva (Granada), en Vitoria y en Pamplona con afluencias diversas pero con el mismo objetivo alcanzado: escuchar a los jóvenes y dar respuesta a sus inquietudes. «El fin principal de Iglesia en Diálogo se está consiguiendo», señala a Alfa y Omega Raúl Tinajero, director del Departamento de Pastoral de Juventud de la Conferencia Episcopal. Añade que, además de ofrecer un espacio a los jóvenes, estos encuentros están poniendo de manifiesto la riqueza de la Iglesia, pues se está celebrando en contextos muy diferentes, organizados por distintas entidades de Iglesia que, en algunos casos, están trabajando juntas.

En el caso de Orgiva, la propuesta se enmarcó en la misión popular que los redentoristas estaban realizando en la zona. Allí, el Ayuntamiento les cedió la Casa de la Juventud y hubo una primera toma de contacto, sobre todo con los jóvenes más cercanos, para que inviten a otros de cara a próximas convocatorias.

Esa apertura a los jóvenes no busca convencerlos, sino dejar a los jóvenes que tomen la palabra, sean creyentes o no; suscitar el diálogo; mostrar una Iglesia que escucha y dialoga, y acoger sus reflexiones. Se trata, como dice el documento preparatorio del Sínodo, de «pasar tiempo con ellos, escuchar sus historias, sus alegrías y esperanzas, sus tristezas y angustias, compartiéndolas».

Los encuentros, que tienen una duración de hora y media, se estructuran en tres momentos: la acogida, la propuesta de diálogo y la recogida y envío de la información para la reflexión. El primero es el que rompe el hielo y sirve para agradecer la presencia y explicar qué se busca con el proyecto. El segundo se inicia con el planteamiento de preguntas –¿Se escucha hoy a los jóvenes?, ¿cuáles son sus desafíos y oportunidades?, ¿hay espacios para que los jóvenes puedan ser, crecer, expresarse y formarse como jóvenes?, ¿qué pides a la Iglesia?…– a través de un vídeo en el que jóvenes responden y abren el diálogo. La premisa es dejar que los jóvenes hablen. El último momento tiene que ver con la recogida de las aportaciones de los jóvenes y aquí, tal y como ha establecido el Departamento de Pastoral de Juventud de la CEE, hay que recogerlo todo: acertado o no, positivo o no. «No se trata de ver quién lo dice o no. Sino que todo pueda ser escuchado y analizado para sacar lo positivo que los jóvenes nos quieren aportar», explican.

Un foro donde hablar en libertad

Una iniciativa similar es la que ha impulsado el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, con los Parlamentos de la Juventud, un foro donde los jóvenes puedan hablar en libertad, leer lo que sucede en nuestra sociedad a la luz del Espíritu Santo y con discernimiento. Se trata de llevar la voz de todos los jóvenes de Madrid al Sínodo de obispos. El subtítulo –de la cultura, del encuentro y de la comunión– es, además, una declaración de intenciones pues los parlamentos «están abiertos a todos, sean cristianos o no, para hablar de la cultura que es común, y de la que se quiere construir entre todos al servicio del hombre; porque se realiza desde la cercanía a otros jóvenes aunque no piensen igual; y porque lo que une es Jesucristo».

La propuesta se pondrá en marcha a mediados de abril con encuentros en cada una de las ocho vicarías de la archidiócesis, presididos por el vicario y organizados por el coordinador de pastoral juvenil, su equipo y los propios jóvenes, ya sean de parroquias, colegios, movimientos, hermandades, asociaciones… Los temas que se abordaran son variados: desde los estudios y el mundo laboral, el compromiso social y político y la Iglesia, hasta la ecología, el voluntariado y caridad o la afectividad y la sexualidad.

Al mes siguiente, todos los parlamentos se agruparán en uno diocesano presidido por el cardenal Osoro, una jornada de fiesta, oración y también de trabajo sobre las aportaciones realizadas en la vicaría y que concluirá con unas palabras del arzobispo acerca del Sínodo, en el que él mismo participará.

Fran Otero @franoterof