MAYA MERILa situación en Siria sigue siendo grave, aunque las noticias nos lleguen sin grandes titulares, fuertes proclamaciones y llamamientos.

Las últimas noticias nos informan de enfrentamientos en la provincia de Daraa:

El ejército legítimo de Damasco apoyado por los cazas militares rusos ha rechazado un ataque en el sur de Siria, matando a 70 terroristas. […] Alrededor de 20 mil personas han huido desde el martes pasado a áreas que están a manos de los rebeldes en la parte oriental de la provincia meridional de Daraa (Il Secolo d’Italia)

SYRIA AFRIN

Ahmad Shafie BILAL I AFP

El lunes pasado dos misiles israelitas explotaron cerca del área del aeropuerto internacional de Damasco. No hay tregua al conflicto en esa zona del mundo y el drama humanitario sigue agravándose.

Lo ha confirmado el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, durante la fiesta del Avvenire en Matera: “Más de la mitad de los hospitales están fuera de uso así como una escuela de cada tres. Hay muchos buenos samaritanos en Siria. En el sector sanitario fueron asesinados más de 700. En el país, los ladrones matan también a los buenos samaritanos” (Sir).

La creatividad del padre de Maya

Para mandar un abrazo de cercanía al pueblo sirio, y para difundir un mensaje de esperanza para todos, contamos una pequeña gran historia de bien y entre los escombros. Porque misteriosamente se constata que, en todas las latitudes del mundo, la humanidad herida manifiesta una increíble creatividad y muestra lo positivo dentro de la pesadilla.

Maya Meri tiene ocho años, vino al mundo en Alepo bajo las bombas y nació sin piernas a causa de una enfermedad genética. No es bella una infancia en fuga o en el terror, mendigando lo necesario en un campo de prófugos.
Ser discapacitado grave puede significar lo peor posible en un contexto de vida similar. Maya es un frágil fragmento humano dentro de una polvareda; es fácil aplastarla, eliminarla, olvidarla.

En la guerra todo se vale, ¿no?

En la guerra es necesario usar mejor todos los recursos, ¿y quien no los tiene?

AP/EAST NEWS

En esta trama hecha de crueldad y brutalidad es necesario el ojo de un papá. Sólo una mirada enamorada puede decir con valentía y autoridad que nadie puede quedar atrás, que no existen desechos humanos sino solo almas dignas de esperanza

El papá de Maya – casi un joven y tierno Gepeto – dio a su hija un par de piernas para poder jugar, ir a la escuela y para vivir. Lo hizo de la única manera posible. Bien dice el dicho: “De necesidad virtud”

Hizo lo mejor posible con casi nada. Con lo que nosotros definiríamos como desperdicios, dos latas de sardinas llenas de tela y algodón, creó unas prótesis para su hija.

“Mi corazón sufría – cuenta el hombre – cuando la veía arrastrarse frente a sus amigos mientras jugaban” (Gli occhi della guerra).

Qué imagen para nuestro Occidente ahogado por la esclavitud del usar y tirar. Siervos de un utilitarismo que ciega. Excelentes en reciclaje, buenísimos en tirar rápidamente.

Recuerdo ese bello cuadro de Van Gogh en donde un papá campesino mira los primeros pasos de su hija esperándola con los brazos abiertos.

Querida Maya, Van Gogh también habría hecho de ti una obra maestra. No porque tú necesites serlo, sino porque es necesario darse cuenta que lo eres.

¿Qué decía el salmo 139(138) del domingo pasado?

Tú creaste mis entrañas, 
me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias porque fui formado

de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!
y nada de mi ser se te ocultaba, 
cuando yo era formado en lo secreto,

cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

Un papá siente en el corazón esta mirada del Padre sobre todos sus hijos. Nuestros miserables huesos son un prodigio.

Es realmente digno de asombro que nos recuerden esta gran dignidad dos latas de sardinas llenas de tela y que, lejos, en alguna parte, en Siria, ahora caminan de arriba a abajo para permitirle a una niña seguir el destino que le espera.

Fuente: Aleteia